Por un día, cansadas de derramarse, se han ido las lluvias.
En su lugar han dejado un vendaval. Un tromba de aire, que despliega toda su fuerza, todo su ímpetu, como si amara por primera vez.
Ese huracán que arranca de raíz, arboles y penas. Puertas y recuerdos. Tejados y desamparos.
Paisajes arrasados, y mentes desmanteladas, donde los vestigios son pocos y difuminados.
Habrá que esperar a que amainen los vientos, y volver a construir, nuestras casas, nuestros paisajes, y nuestra vida.
A prueba de temporales.