Empieza uno por decirse , que el otro no valía la pena, que te has librado de un buen trasto, que tu mereces algo mejor, y que por descontado has salido ganando, al perderle.
Después inicias la plegaria del tiempo
Tu que todo lo curas
Tu que eres mi mejor aliado
Al mal tiempo, buena cara
Amén.
Como remate , echas mano del orgullo y del optimismo. Te lanzas como un misil en busca de otra ilusión, amor o pasión, para llenar ese hueco que te pesa, como si en vez de un vacío, se tratase de un deposito de plomo.
Mientras todo eso sucede , para que el dolor no se sienta solo, empiezan a aparecer las espesas y hostiles nostalgias. Rememoras palabras dichas al oído. Mano en mano, beso en beso. Miradas perdidas, pieles encontradas , instantes donde el mundo desaparecía, y solo quedaban dos.
Te vas haciendo en el alma, un nudo de marinero experto. Desaprovechas el tiempo, deseando que pase a la velocidad de la luz, y clamas al cielo que te mande el prodigioso maná del olvido.
Llantos,estallidos de rabia, terapias, intentos de rescate, reclamos a la vanidad, catarsis frente a una silla vacía. Todo sirve, absolutamente todo, para que ese suplicio duela lo menos posible, porque la verdad es que es una faena.
Una faena del recopón bendito.